PAULO COELHO: “La posibilidad de hacer realidad un sueño es justamente lo que vuelve a la vida interesante”.
Es necesario aprender lo que necesitamos y no únicamente lo que queremos.
Cuando se ama, no es necesario
entender todo lo que sucede allá afuera, porque todo sucede dentro de nosotros.
La mayor mentira del mundo es
que, en determinado momento de nuestra existencia, perdemos el control de
nuestras vidas y éstas pasan a ser gobernada por el destino.
La búsqueda de la felicidad es
personal y no un modelo que podamos dar a los demás.
No pretendas ser valiente cuando
ser inteligente es suficiente.
Nadie puede juzgar. Sólo uno sabe la
dimensión de su propio sufrimiento, o de la ausencia total de
sentido de su vida.
Las personas nunca aprenden nada
de lo que les cuentan, necesitan descubrirlo por ellas mismas.
El ser humano sólo se da el lujo de ser loco cuando las condiciones se lo permiten.
Nadie pone sus sueños en manos de
aquellos que pueden destruirlos.
Podemos resistir un día, una
semana, algunos años, pero estamos condenados a perder. Nuestro cuerpo sigue
vivo, pero, tarde o temprano, el alma acaba recibiendo un golpe mortal. Un
crimen perfecto, no sabemos quién asesinó nuestra alegría, qué motivos lo
provocaron, ni donde están los culpables.
A veces entiendo por qué gran
parte de mis compañeros no intentan, hacer demasiado para mejorar: si no lo
consiguen, los llaman incompetentes. Si lo consiguen, se ven obligados a crecer
siempre, y acaban sus días con un infarto de miocardio.
Todos los drogadictos dicen lo
mismo; basta con saber cuándo parar. Pero nadie para.
De tanto convivir con las
personas que vienen aquí, llego a la conclusión de que el sexo ha sido
utilizado como cualquier otra droga: para huir de la realidad, para olvidar los
problemas, para relajarse. Y, como todas las drogas, es una práctica nociva y
destructiva.
Los suizos no mienten, aunque se
sirven del silencio para beneficiarse.
PAULO COELHO:
Las lágrimas son palabras que necesitan ser escritas.
Hay momentos en que los problemas
entran en nuestras vidas y no podemos hacer nada para evitarlos. Pero están ahí
por una razón. Sólo cuando los hemos superado, entenderemos por qué estaban
allí.
Las tormentas no duran para siempre.